LA COLUMNA CATÁRTICA

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PASCO (Foto Teo Torres)

sábado, 30 de junio de 2012

Mi maestro incondicional


Se ha escrito tanto sobre los padres y su relación con los hijos, en la literatura, en los estudios sociológicos, antropológicos, psicológicos, etc.; obsequiándonos múltiples imágenes de paternidad, desde el castigador-tirano hasta el piadoso-preocupado. Entre estos escritos, el psicólogo Carl Jung nos dice: "La imagen del padre posee un poder extraordinario. Ella influencia la vida psicológica del niño de manera tan fuerte que conviene preguntar si podemos atribuir tal fuerza mágica a un simple ser humano". Efectivamente, es esta fuerza mágica que encuentro en mi padre, maestro, consejero y sobre todo amigo, la misma que me acompaña en todas mis aventuras. Mi maestro incondicional Rubén TORRES OSORIO, se alegra con mis triunfos, me levanta en mis caídas y hace que pueda seguir adelante.

Así mismo la imagen paterna es dotadora de una protección especial. Ello se ve reflejado en frase: “Cuando mi papá está en la casa duermo más tranquilo”. Esta característica del padre reafirma la influencia psicológica que tienen en nosotros. Muchos estudios señalan que “Los hijos para crecer armoniosamente necesitan también de la aprobación del padre. Las niñas necesitan ese amor aprobatorio del padre para luego sentirse seguras y atractivas como mujeres. El hijo varón necesita un papá que sea su héroe, su personaje especial, al que después tratarán de imitar”. (De Acevedo, 2007)

Sé que esta labor, no ha sido, ni es fácil; su importancia se ha visto relegada por el de la madre, quien se muestra como figura central de la crianza. En muchos casos la figura paterna no ha sido asumida con responsabilidad y se ha dañado su imagen. Pero hay padres como el Doctor Ciro Castillo-Rojo, El Sr. Dionisio Vilca, el escritor japonés Kenzaburo, y muchos más; quienes nos recuerdan que el padre es luchador, disciplinado, guía, que su enseñanza prevalece con el ejemplo, y sobre todo que es el afecto hacia los hijos lo más importante en su vida.

Mi maestro incondicional, queda claro que tu labor no es sencilla. Padres buenos hay muchos. Buenos padres hay pocos. No es difícil ser un padre bueno. En cambio, no hay nada más difícil que ser un buen padre. Cada día me demuestras que eres de los Buenos Padres, explicar el por qué, ocuparía todo el diario, sólo puedo resumir estas experiencias “Amándote y agradeciéndote  toda mi eternidad, la misma que verás reflejada a lo largo de mi vida. Porque recuerda soy la prolongación de tu existencia”

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