“! Mente
mía! ¿Qué te ha pasado?/ Te pierdo/ y en un túnel profundo me sumerjo. / Mi
alma entra en angustia,/ lloro,/ peleo,/ pero...¿contra quién?/ no te
encuentro.”
MABEL LIPSON
El pasado 21 de septiembre se conmemoró el día mundial
del Alzheimer, fecha elegida por la Organización Mundial de la Salud y la
Federación Internacional de Alzheimer. El propósito es dar a conocer la
enfermedad y difundir información al respecto, solicitando el apoyo y la
solidaridad de la población en general, de instituciones y de organismos
oficiales.
Todos conocemos a alguna persona que ha pasado o está
pasando por esta enfermedad que consiste en un desorden progresivo,
degenerativo e irreversible del cerebro que causa la debilitación, la
desorientación y una eventual muerte intelectual. Su nombre proviene de Aloís
Alzheimer, un neurólogo alemán que en 1907 describió los síntomas que
presentaba una mujer de 48 años como graves problemas de memoria así como las
características neuropatológicas de la enfermedad de Alzheimer.
Aún no se encuentra cura médica para esta enfermedad,
pero junto a la neuropsicología se ha hecho grandes avances en la identificación
temprana de esta enfermedad a través de las manifestaciones neuropsicológicas, entre
ellas se identificó encontró que el Alzheimer afecta de manera progresiva a la
memoria (el cual inicia con alteraciones para fijar información nueva), el
lenguaje (empieza con una dificultad para atribuir nombre a los objetos o
personas conocidas), praxias (se manifiesta con la incapacidad para reproducir
dibujos o ensamblar piezas bidimensionales), gnosias (con la incapacidad de
reconocer estímulos familiares y atribuirles significado) y trastornos
afectivo-comportamentales (sintomatología depresiva, que en el mayor de los
casos constituye la primera expresión de la enfermedad, así como
manifestaciones delirantes y alucinatorias; con tendencia a la fuga,
vagabundeo, agresividad y trastornos de la sexualidad). Generalizándose a todos
los ámbitos en las fases finales de la enfermedad.
Por esta base psicológica, es importante que la
persona diagnosticada con Alzheimer asista a terapias de rehabilitación que
acompañan al tratamiento médico. Ellas enfocadas a la rehabilitación
Neuro-cognitiva, terapias de Reminiscencia,
musicoterapia, programa de psico-estimulación integral e intervención
psicológica como tal, entre otras. Las cuales tiene como objetivo identificar
el proceso degenerativo y mejorar la calidad de vida del paciente y la de su
entorno. Así que no dude en consultar el área y los programas neuropsicológicos
en su establecimiento de salud.